Psicosis infantil
Resumen:
La psicosis es una condición clínica que inicia en las edades tempranas y esto ligeramente al quien lo padece, generándole una grave distorsión en su funcionamiento global, la psicosis infantil se considera como una frase prodrómica caracterizada por estos síntomas atenuados activos que afectan el desarrollo normal del paciente. los tratamientos farmacológicos sugerido para este tipo psicopatología se base principalmente en el uso de anticonceptivos de segunda generación, además del tratamiento psicológico para el paciente y su entorno familiar, se presenta el caso clínico de 11 años de edad que muestra los síntomas psicóticos con conducta suicida concomitante, la evaluación inicial conduce el establecimiento de un adecuado manejo farmacológico.

La psicosis es una enfermedad psiquiátrica que implica una ruptura de la persona con la realidad, afectando su funcionamiento activo, conductual y cognitivo dentro del grupo de enfermedades psiquiátricas que desarrollan síntomas psicóticos, la mas grave es la esquizofrenia, ya que altera a nivel efectivo, cognitivo y social , conductual a la persona de forma grave y prolongada en el tiempoIntroducción:
El trastorno suele iniciar en estas edades tempranas, frecuentemente en la adolescencia, afectando los procesos evolutivos de la persona o del niño, por lo que limita su desarrollo esperado de las capacidades afectivas, sociales intelectuales. El transcurso de la enfermedad suele caracterizarse por la presencia de brotes, que son periodos en que los síntomas del trastorno, como los delirios y las alucinaciones, se manifiestan durante un periodo delimitado. El principal síntoma de estos brotes es la afectación social y efectiva, manifestada en abulia y apatía.
Ejemplo: Los síntomas nucleares de la psicosis se clasifican en dos grupos: positivos y negativos. los primeros se caracterizan por estar relacionados con el deterioro del funcionamiento evidente del paciente , sus síntomas más frecuentes son abulia , apatía, anhedonia , asociabilidad , pobreza en el discurso, embotamiento afectivo, retraimiento emocional y contacto pobre con los demás. En cambio, los positivos se describen como espectaculares y evidentes en situaciones sociales, como las alucinaciones, ejemplo: visuales, auditivas, táctiles, etc.
Trauma infantil Los eventos traumáticos en la infancia suelen ser un antecedente habitual en personas con diagnóstico de trastornos psicóticos. Diversos estudios describen que entre el 80 y 86 % de los adolescentes y jóvenes con alto riesgo de desarrollo de psicosis describen vivencias relacionadas a eventos traumáticos en la infancia (4-8). Incluso se ha reportado que la exposición a múltiples vivencias traumáticas puede generar un mayor riesgo de desarrollar psicosis u otros trastornos mentales severos, así como aumentar la probabilidad de que personas con estado mental de alto riesgo desarrollen una psicosis (1, 9).
psicosis infantil: se ha establecido que existe una fase una fase pedrómica en el desarrollo de la psicosis en los niños y adolescentes, la cual es una fase de transición en el premórbido y las etapas psicóticas. en estas etapas psicóticas. En este periodo, que suele ser de un año, aparecen síntomas psicóticos atenuados activos: disminución del rendimiento académico, ideas extrañas, intereses extrínsecos inestabilidad afectiva, experiencias perceptuales bizarras, suspicacia, irritabilidad y estado de animo depresivo.
La fase de transición finaliza cuando los síntomas
positivos y negativos se estructuran en el niño o
adolescente. Los síntomas negativos suelen ser más
insidiosos al inicio, con la presencia de aplanamiento
afectivo, desmotivación, anhedonia y retraimiento
social. En cambio, los síntomas positivos se caracterizan por alteraciones en la estructura del
pensamiento, generando un razonamiento disgregado
y confuso. Asimismo, presenta una distorsión
en el contenido del pensamiento (delirios no
sistematizados). Por otro lado, existe una disfunción
neurocognitiva importante, la cual genera un déficit
en la atención y en el procesamiento de la información,
además de problemas en el tiempo de reacción y en la
comprensión de instrucciones complejas.
A su vez, se han reportado signos mayores en la
psicosis infantil, como trastornos psicomotores y del
tono, es decir, alteraciones posturales, alteraciones en
la mirada del niño, evitación de la mirada, no seguir
objetivos, una mirada vacía y penetrante, o una mirada
sin horizontes y periférica, estereotipias, alteraciones
del lenguaje y fobias masivas.
Trauma infantil Los eventos traumáticos en la infancia suelen ser un antecedente habitual en personas con diagnóstico de trastornos psicóticos. Diversos estudios describen que entre el 80 y 86 % de los adolescentes y jóvenes con alto riesgo de desarrollo de psicosis describen vivencias relacionadas a eventos traumáticos en la infancia (4-8). Incluso se ha reportado que la exposición a múltiples vivencias traumáticas puede generar un mayor riesgo de desarrollar psicosis u otros trastornos mentales severos, así como aumentar la probabilidad de que personas con estado mental de alto riesgo desarrollen una psicosis (1, 9).
Por otro lado, se ha encontrado que puede existir una
relación específica entre un tipo de vivencia traumática
y un síntoma psicótico específico (10). Se ha propuesto
que las experiencias relacionadas con la presencia de la
intención de daño a la persona pueden estar vinculadas
con la posterior aparición de síntomas psicóticos
(11). En este sentido, se ha descrito que la presencia
de trauma sexual en la infancia puede generar una
mayor vulnerabilidad psíquica para el desarrollo de
alucinaciones auditivas en la adultez (12) y en sujetos
con estado mental de alto riesgo de psicosis, quienes
presentan graves alteraciones de la percepción y el
deterioro del funcionamiento social (13, 14).
Este vínculo entre trauma y psicosis puede ser
explicado a partir del modelo de diátesis-estresor/
estrés/vulnerabilidad, el cual indica que, a partir
de la experiencia de un trauma, las personas con un
riesgo genético de desarrollar psicosis tienen una
mayor vulnerabilidad (15, 16). A su vez, se sugiere que
la acumulación de eventos y situaciones estresantes.
vinculadas con trauma puede generar una alteración
en los sistemas de neurotransmisores dopaminérgicos,
serotoninérgicos, glutamatérgicos y GABAérgicos,
así como en los sistemas inmunológico y oxidativo,
provocando el desarrollo de la psicosis.
La presentación de este caso es de particular
importancia debido a la complejidad inherente de la
combinación de factores etiológicos y contextuales
que rodean a la paciente. El caso clínico se centra en
un cuadro de psicosis infantil con inicio temprano,
caracterizado por síntomas psicóticos severos
y una ideación suicida compleja, en el contexto
de antecedentes de trauma infantil, producto de
agresiones sexuales y familiares.
Caso clínico: Se trata de una niña de 11 años que acude a la Unidad
de Psiquiatría Infanto-Adolescente acompañada de
su madre y del equipo tratante de una localidad rural
cercana, con el objetivo de solicitar una evaluación
psiquiátrica y psicológica de mayor especialidad,
debido a las características clínicas del caso, la poca
adherencia de la paciente al tratamiento y a su nula
cooperación y de la familia en el proceso terapéutico,
además de las dudas del equipo tratante en cuanto a
los diagnósticos. Los tratantes refieren que la paciente
presenta autolesiones, alteraciones perceptuales y
comportamientos bizarros en el contexto escolar y
familiar.
Antecedentes familiares:
La paciente vive con su padre de 62 años, su madre de
38 años, su hermana mayor de 13 años y su hermano
menor de 7 años. Además, tiene familia extensa en la
localidad rural donde reside.
Antecedentes educativos: Asiste a clases en un establecimiento educacional
regular, cursando el quinto grado básico, sin repitencias
escolares. Se reporta amistades reducidas en este
contexto, y destaca la relación con una compañera de
clase, con quien comparte gustos y tiempo de calidad.
Es relevante destacar que la paciente es derivada al
programa de salud mental por el establecimiento
educacional, ya que tuvo conductas de autoflagelación
en el contexto escolar. Además, los profesionales del
establecimiento pesquisan que la paciente mantiene
actividad en un grupo de redes sociales con personas
desconocidas, con quienes realiza «desafíos»
relacionados a las autolesiones.
Antecedentes de salud mental:
En relación con los antecedentes de salud del
grupo familiar, se reporta que la madre presenta
hipotiroidismo y que el padre padece psoriasis. Con
respecto a los hermanos con quienes vive, el menor
presenta dermatitis atópica y está en evaluación por
diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA) y
su hermana mayor es usuaria del programa de salud
mental. Tiene hermanastras mayores, hijas de otro
padre, donde la mayor de 23 años tiene diagnóstico de
TDAH, y tiene una sobrina de 3 años con diagnóstico
de TEA y dislexia. Además, los tíos paternos se
suicidaron a temprana edad, uno a los 14 años (tomó
veneno) y otro a los 15 años (manipulando explosivos).
Respecto a los tratamientos previos indicados en
atención primaria de salud (APS), se reporta que la
paciente se encontraba con tratamiento farmacológico
con fluoxetina y quetiapina en dosis bajas, esto debido
a la presencia de autolesiones en el último mes,
posibles alucinaciones y problemas de sueño, además
de intervenciones de psicoeducación sobre hábitos
saludables. No obstante, el equipo tratante informa
que la paciente no participa en las sesiones y presenta
baja adherencia al tratamiento.
Antecedentes del desarrollo: Su madre la tuvo en un embarazo sin complicaciones.
La paciente fue una recién nacida a término, sin
complicaciones. Tuvo un desarrollo psicomotor dentro
de lo normal, exceptuando el lenguaje, que lo adquirió
a los 4 años. La describen con temperamento de difícil
adaptación. Desde temprana edad presentó dificultad
para relacionarse con otros, evitando contacto físico,
siendo selectiva a la hora de comer y con dificultades
para tolerar algunas texturas.
El inicio de los síntomas se remonta aproximadamente
a los 8 años, cuando la paciente comienza a presentar
dificultades para establecer relaciones interpersonales,
selectividad alimentaria y comportamientos extraños,
no esperados para su etapa evolutiva, como autolesiones
(golpes, rasguños y mordeduras). A los 9 años, tras un
evento traumático, se identificaron los primeros signos
de afectación emocional y conductual, incluyendo
un retraimiento social y episodios de irritabilidad y
agresividad. Durante el último año, se agudizan los
síntomas descritos y comienza a desarrollar síntomas
psicóticos manifiestos, como alucinaciones visuales y
auditivas y alteración en el pensamiento, presentando
ideas delirantes estructuradas, acompañadas de
autolesiones e ideación suicida.
Antecedentes psicosociales:
La red familiar reporta que la paciente se encuentra en
intervención de un programa psicosocial de la región
tras ser víctima de agresión sexual por parte de un
adulto mayor vecino de su vivienda, cuando ella tenía
entre 8 y 9 años. Por último, el padre se encuentra
en un proceso judicial de ámbito familiar asociado a
violencia intrafamiliar y a un proceso de ámbito penal
por maltrato animal, ya que causó la muerte del perro
de la paciente.
Evaluación mental:
La evaluación se realiza con un equipo profesional
compuesto por un médico psiquiatra infanto-juvenil,
un psicólogo clínico infanto-juvenil y un trabajador
social.
Descripción inicial: paciente con apariencia femenina, vestimenta acorde a
la edad y el clima. Contextura delgada, medianamente
aseada. Coopera parcialmente con la entrevista.
Accede a comunicarse a través de la pizarra. Tiene un
comportamiento excéntrico, a ratos inadecuado y no
acorde a su etapa evolutiva.
Conciencia y orientación:
La paciente se presenta consciente y con orientación
alopsíquica y autopsíquica conservada.
PENSAMIENTO:
Alteraciones a nivel de estructura: Durante la entrevista, la paciente presenta un
pensamiento tangencial, desarrollando respuestas
e ideas al margen del tema central planteado.
En ciertos momentos, expresa un pensamiento
escamoteador, manifestado en una actitud
oposicionista y haciendo como si no existiera
el tema que se le pregunta, con un fin ganancial.
Por último, presenta una actitud pueril ante la
situación, contrario a los bloqueos que presenta en
algunos momentos.
Alteraciones a nivel del contenido:
En relación con los delirios, la paciente describe
que junto a una amiga han desarrollado la creencia
de ser personajes de «creepypastas», que son
historias urbanas que se divulgan por internet. En
este sentido, la evaluada refiere ser «Jeff the Killer»,
personaje de un adolescente con un corte en la boca.
que asesina a su familia. Por otro lado, refiere que
su amiga se identifica como «Laughing Jack», un
hombre con vestimenta de payaso descolorido
que ataca y atrapa a niños solitarios y tristes
para asesinarlos. Durante el relato, menciona
en varias ocasiones una relación de pareja entre
ambos personajes, quienes disfrutan realizando
estas conductas. Lo anterior lo vive con certeza
apodíctica, no permeable al juicio de otros.
A su vez, presenta creencias persecutorias
caracterizadas por vivencias autorreferenciales
relacionadas con una hipersensibilidad
interpersonal y desconfianza general hacia los
demás. Este delirio se compone principalmente de
dos creencias: que va a sufrir algún tipo de daño y
que el daño será provocado de forma intencional.
Por otro lado, manifiesta ideación suicida
fluctuante. Sus ideas transitan en el espectro
de ideas ambiguas de desear estar muerta hasta
pensamientos estructurados y planificados de cómo
llevar a cabo la muerte. También ha presentado
pensamientos de morir junto a su amiga en relación
con los personajes nombrados anteriormente.
Afectividad: Se evidencia aplanamiento afectivo y apatía durante
la entrevista, así como afecto poco concordante
con el relato. Comenta que no tiene ningún tipo de
motivación adecuada a su edad. Por último, manifiesta
irritabilidad y reticencia a cooperar durante la
entrevista, ignorando y evadiendo las preguntas.
Sensopercepción:
La paciente reporta alteraciones a nivel perceptual,
presentando alucinaciones visuales y auditivas.
Describe ver sombras detrás del closet de su
habitación, las cuales portan un cuchillo con intención
de atacar a su hermana. A su vez, menciona escuchar
voces y ruidos extraños durante parte del día. Las
alucinaciones solo aparecían en su hogar, no durante.
la entrevista. Por último, describe las alucinaciones
con completa certeza, lo cual implica una pérdida del
juicio de la realidad.
Lenguaje: El lenguaje poco espontáneo, con mutismo selectivo
durante la entrevista. Solo habla en ciertas ocasiones
y sobre temas específicos que le agradan. Según el
equipo tratante y la madre, esto suele ser reiterado en
diferentes contextos y ambientes donde interactúa la
evaluada.
Memoria:
La paciente presenta una memoria conservada.
Conciencia de enfermedad
No se aprecia conciencia de enfermedad, ya que no
presenta juicio de la realidad; es decir, no tiene la
capacidad de diferenciar entre los aspectos reales y no
reales.
Tratamiento:
Con respecto al tratamiento farmacológico y
psiquiátrico para la psicosis, se basa principalmente
en el uso de psicofármacos, con énfasis en la
utilización de antipsicóticos. Se sugiere que cualquier
administración de medicamento debe contar con el
consentimiento de la familia y de la paciente, además
de las exploraciones básicas: físicas (presión arterial,
temperatura, respiración, pulso, peso y altura),
analíticas (hemograma, renal, tiroidea, electrolitos
séricos y función hepática) y exámenes necesarios,
según los criterios clínicos de los profesionales (EEG,
ECG, entre otros)
En relación con el tipo de antipsicótico, se recomienda
el uso de los de segunda generación (atípicos), ya que
estos tienen una acción clínica positiva en el control
de los síntomas psicóticos, además de que disminuye
el riesgo de síntomas extrapiramidales (10). Por ello,
se recomienda el uso de quetiapina, risperidona y
olazapina (12). De no haber respuesta positiva, se
sugiere el cambio de antipsicótico, como los de segunda
línea o la combinación de dos antipsicóticos (5). En el
caso de la paciente, se optó por iniciar con risperidona
en dosis crecientes, por su potencial antipsicótico más
incisivo y también por estar disponible en atención
primaria.
Por último, se sugiere que el tratamiento
psicológico sea el complemento para el tratamiento farmacológico, y cuyo objetivo terapéutico sea
psicoeducar a la familia y a la paciente sobre la
enfermedad, haciendo énfasis en el manejo de los
síntomas negativos de la psicosis. Por otro lado,
se promueve la adaptación del diagnóstico y un
adecuado funcionamiento psicosocial, con el fin
de reducir recaídas y abandono del tratamiento
farmacológico (20). Finalmente, en el contexto
familiar, la psicoterapia se orienta a dar herramientas
a los familiares para anticipar y solucionar conflictos
que puedan llegar a desencadenar crisis, además de
tratar de establecer expectativas realistas sobre el
funcionamiento de la paciente.
Discusión: Diversos estudios han reportado que las vivencias
traumáticas en la infancia, como el maltrato
físico, emocional y las agresiones sexuales, están
relacionadas con una mayor vulnerabilidad para
desarrollar psicosis en la adolescencia y adultez. Estas
experiencias adversas no solo están relacionadas con
el inicio de síntomas psicóticos, como alucinaciones,
delirios y paranoia, sino que también impactan al
desarrollo evolutivo, emocional y cognitivo del
individuo.
En particular, el trauma infantil se considera uno de
los predictores ambientales que más influencia tiene
en el desarrollo de trastornos mentales, y su impacto
transciende los límites de los trastornos afectivos y
psicóticos. La exposición a violencia tanto física como
sexual en la infancia ha sido vinculada a una mayor
susceptibilidad biológica a los cuadros psicóticos,
lo que refuerza la importancia de la intervención y la
prevención psicosocial. Esta relación puede explicarse
desde el modelo de vulnerabilidad-estrés, que postula
que las vivencias traumáticas actúan como un factor
desencadenante en individuos con predisposición
neurobiológica.
El maltrato infantil en sus diversas formas puede
generar creencias desadaptativas y distorsiones
cognitivas sobre la propia persona y de los demás,
promoviendo sesgos negativos que desarrollan
síntomas negativos y positivos relacionados con la
psicosis. En este contexto, las agresiones sexuales
en la infancia se han asociado específicamente con
alucinaciones y delirios, cuyo contenido refleja las
experiencias traumáticas vividas. A su vez, este tipo
de trauma exacerba la inestabilidad emocional, lo que
genera un deterioro del funcionamiento social y una
menor adherencia al tratamiento.
Conclusiones: En el presente caso, se observa una multicausalidad de
factores, que incluyen antecedentes de psicopatología
familiar, exposición a maltrato infantil, disfunción
familiar y dificultades sociales. Además de una
experiencia traumática de índole sexual, este conjunto
de variables subraya la necesidad de un enfoque
terapéutico integral y multidisciplinario, que aborde
no solo síntomas psicóticos, sino también factores
psicosociales y emocionales subyacentes. Este abordaje
integral implica realizar un proceso de recuperación
sostenible y reducir la probabilidad de recaídas.
Conflicto de intereses: Los autores declaran no tener
conflicto de intereses.
Financiamiento: Autofinanciado.
Contribución de autoría: Ambos autores
contribuyeron de la misma manera en la elaboración
del presente manuscrito..
Bibliografía:
http://www.scielo.org.pe/pdf/rnp/v88n1/0034-8597-rnp-88-01-53.pdf
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